El misterioso origen de los rayos
Truenos y centellas, ¡la furia de
Zeus se desata sobre nuestras cabezas! Bueno, tal vez no sea para tanto. Pero
es cierto que los rayos de tormenta son un fenómeno que aterrorizaba a nuestros
antepasados, y que aún hoy día sigue intrigando a los científicos. Porque,
realmente, el mecanismo que los provoca continúa siendo un misterio.
Para que estalle un relámpago se
necesita crear un campo magnético cuya intensidad supere el millón de voltios
por metro. Pero las mediciones realizadas hasta ahora por los meteorólogos solo
han detectado campos magnéticos cuya intensidad es como mucho una décima parte
de la requerida… ¿Será, entonces, que se necesita otro tipo de catalizador para
que estalle una poderosa tormenta eléctrica?
Si descartamos la intervención de
los dioses del Olimpo, hay una teoría que sugiere que los rayos cósmicos
podrían ser una de las causas del fenómeno. Se trata de partículas altamente
energéticas (generadas probablemente por la explosión de una supernova) que
viajan por el espacio a la velocidad de la luz y que chocan constantemente
contra la atmósfera terrestre. Una hipótesis sugiere que, cuando un rayo
cósmico colisiona con la atmósfera de la Tierra, podría impactar contra una
molécula de aire, ionizarla y producir así un electrón extremadamente
energético. Al coincidir con el campo eléctrico de un nubarrón, el electrón
podría acelerarse a una velocidad cercana a la de la luz y provocar a su vez la
aceleración de otras moléculas de aire, lo que produciría una reacción en
cadena de más y más electrones acelerados. Como resultado, una avalancha de
electrones podría, en definitiva, llegar a ionizar el aire, lo que permitiría
dirigir la carga hacia la Tierra y producir el rayo al descargarse el campo eléctrico.
Por ahora se ha comprobado que
los relámpagos producen rayos X y rayos gamma. Pero para saber si los rayos
cósmicos están realmente involucrados en el fenómeno, el meteorólogo William
Beasley, de la Universidad de Oklahoma, en colaboración con un equipo de
físicos están desarrollando una red que permita detectarlos. Su intención es
comprobar si coinciden con los estallidos de los relámpagos
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