NEUROQUÍMICA El amor eterno existe
La sonrisa perpetua en los labios, la urgencia por estar con él (o ella), erizarse el vello con solo rozar su mano. Quien haya estado alguna vez perdidamente enamorado sabe que es un estado irracional en el que se pasa de la felicidad más absoluta a una desesperanza aguda en cuestión de segundos. En los últimos años, las técnicas de imagen cerebral han desvelado que estos sentimientos tan intensos, a los que llamamos amor, no son más que una suerte de fuegos de artificio químicos cuyo cometido es que busquemos una pareja y la mantengamos hasta que cumplamos nuestro destino evolutivo: tener hijos. Y cuando esta misión biológica acaba, el amor termina. Pero Bryan Earp y Julian Savulescu, dos expertos en Bioética de la Universidad de Oxford, planteaban recientemente en un artículo de la revista New Scientist: “Algunas de las investigaciones más recientes aseguran que podríamos utilizar los m...