Primaveritis
Las variaciones climatológicas y
lumínicas de esta estación trastocan nuestro estado de ánimo y nuestro
comportamiento. Los profesionales de la salud lo conocen como el SAD (síndrome
afectivo estacional), una patología que involucra a los niveles de serotonina y
predispone a la depresión. Se debe a una combinación de factores tanto
ambientales como genéticos.
Investigadores de la Universidad
canadiense de Toronto han comprobado mediante PET (tomografía por emisión de
positrones) la reactivación durante los meses de primavera de la proteína que
transporta la serotonina, un neurotransmisor decisivo en el estado de ánimo.
Así es como cada año recobramos
una actitud más positiva y enérgica, tras la caída de los niveles de serotonina
que tuvo lugar en otoño.
La primavera nos puede afectar de
dos modos distintos: una te puede favorecer con sus beneficios, y otra puede
dejarte solo adversidades…
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La primavera es sinónimo de
vitalidad, euforia y optimismo. Biológicamente, es la estación del cortejo,
del apareamiento.
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En los seres humanos, la mayor
variedad de estímulos invita a las relaciones amorosas. Bajan los niveles de
colesterol, según científicos de la Universidad de Massachusetts,
independientemente de la ingesta de calorías.
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La actividad de ciertas
hormonas, como la melatonina y las endorfinas, decisivas en nuestro
rendimiento, hacen de la primavera una vacuna emocional que mejora nuestro
ánimo.
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La exposición moderada al sol
se convierte en un regalo para la piel, sobre todo en casos de psoriasis y
eccema atópico.
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Es la estación más proclive a
la ansiedad y a los ataques de pánico, sobre todo los días previos a las
precipitaciones. Las lluvias, sin embargo, aplacan estos episodios.
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Aumentan los suicidios en
personas con depresión que llevan meses gestando la idea.
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Mayor sensibilidad a algunos
agentes biológicos que provocan, por ejemplo, conjuntivitis o rinitis.
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Alrededor del 10% de la
población española sufre durante las primeras semanas los molestos síntomas
de la astenia primaveral: fatiga, somnolencia, decaimiento y falta de
energía.
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A veces se dan pérdidas
transitorias de memoria, dolor de cabeza, debilidad muscular y tensión
arterial baja.
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Tomado de la revista Quo
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